domingo, 16 de septiembre de 2012


Aceptado, no rechazado

El rechazo del mundo no debe limitar tu capacidad para alcanzar las promesas del Señor.

Hay muchas situaciones adversas que nos alejan de nuestro futuro de bienestar. Unas son las dificultades de la vida, y otras son actitudes como el rechazo y la falta de confianza en nuestra capacidad.

Es triste pensarlo, pero ciertamente la envidia y el rechazo provocaron la muerte de Jesús. Según la costumbre romana, el pueblo judío tenía oportunidad de liberar a un preso y escogieron al asesino llamado Barrabás1. Imagina ¡cómo se sintió Jesús ante esto! El rechazo fue terrible ya que prefirieron salvar a un asesino y no a Él. ¿Por qué no se escuchó a Su favor la voz de la mujer que sanó del flujo de sangre, la voz de Lázaro o la de alguna de las personas a quienes dio de comer milagrosamente? ¡Ninguno pidió que lo liberaran a pesar de haber hecho tanto bien a miles de personas!

Así que la envidia y el rechazo son armas del enemigo, quien intenta hacerte dudar, hiriendo tu alma, haciéndote sentir marginado. Si no administras bien tus emociones y te dejas manipular por quienes te rechazan, serás vulnerable a las tinieblas y podrías alejarte del llamado que el Señor te ha hecho. Satanás desea robarte la Palabra para que no creas y te dejes vencer. ¡No le des gusto, así como Jesús no lo hizo!

Pasamos la vida luchando por ser aceptados, pero la verdad es que a todos nos rechazan en algún momento. Si no es porque somos pobres, será porque tenemos dinero; si no nos rechazan porque tenemos la piel blanca, lo harán porque tenemos la piel morena, por ser aplicados en los estudios o por haraganes, en fin, no seremos aceptados en todo lugar o situación, por eso es importante aprender a manejar el sentimiento de exclusión. El rechazo mal manejado nos hace tomar malas decisiones, como una jovencita que pierde su virginidad, entregándose a un novio que amenaza con rechazarla. Sin darse cuenta de que se arriesga a ser rechazada en el futuro por una persona que tenga buenas intenciones. Así que es mejor ser rechazada por alguien que te presiona a lo malo, a ser rechazada por una buena persona con quien podrías ser feliz en resto de tu vida. ¡Yuju!
Jesús fue rechazado muchas veces. Si lo piensas, incluso tú lo has rechazado. Recuerda por un momento, ¿le entregaste tu vida la primera vez que te lo presentaron o luego de cierto tiempo? Así que Él es nuestro ejemplo a seguir. Incluso soportó morir crucificado cuando en la Biblia dice ¡que es maldito el que colgara de un madero! Pero todo era por un buen propósito que se cumplió y que nos garantizó la vida eterna. Entonces, lucha contra el rechazo ya que debes evitar que ese sentimiento dañe tu alma y te lleve a tomar malas decisiones. Debemos hacer lo correcto, aunque nos rechacen por ello.

En otro momento, Jesús recibió un terrible insulto ya que le dijeron que era fruto de una fornicación2. Si Él hubiera dejado que esas palabras de rechazo influenciaran su ánimo, seguro hubiera dudado diciendo: “Con razón nací en un pesebre porque realmente no soy Hijo de Dios”. Esto podría sucederte en cualquier momento si permites que las voces negativas te hagan dudar, pensado: “Es verdad, ¿quién soy yo para salir adelante?”. ¡No permitas que las mentiras de Satanás te destruyan! Aprende a superar el rechazo para que no te afecte ni te condene, obligándote a pecar. Tú no perteneces a un grupo que te obliga a obrar mal, fuiste comprado por la sangre de Cristo, le perteneces a Dios y solo te debes a Él, quien nunca te rechazará.

La Palabra nos cuenta que la gente reconocía la sabiduría y el poder de Jesús, pero ellos se escandalizaban porque les era imposible creer que Él, a quien habían visto crecer, era capaz de hacer tantas maravillas3. ¿Cuántas veces te han rechazado porque te conocen y se escandalizan al ver que te has superado? Nadie se libra de ser rechazado por unos o por otros, pero lo importante es impedir que eso te haga dudar de tu potencial. Nada debe hacerte retroceder en la lucha por alcanzar los planes de bien que Dios tiene para ti. Aunque te discriminen, ama y no rechaces a nadie.
Jesús manejó el rechazo aceptando a todos y dándonos la posibilidad de ser hijos de Dios, si le reconocemos como Señor y Salvador. A pesar de que sufrió rechazo, vino a decirnos que el Padre nos acepta y nos ama4. Los que fuimos olvidados, somos hallados por Él y tenemos entrada al trono de la gracia. Dale la honra y la gloria por aceptarte y enseñarte a manejar correctamente el rechazo que sufrirás en algún momento por ser luz del mundo y sal de la tierra. Dile con fe: “No importa cuánto me rechacen porque Tú me has aceptado”. 
1 Marcos 15:8-14 relata: Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho. Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes. Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás. Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos? Y ellos volvieron a dar voces:¡Crucifícale! Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más:¡Crucifícale!
2 Juan 8: 39-41relata: Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
3 Marcos 6:1-3 explica lo que sucedía con el Señor: Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
4 Juan 1:10-12 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

                                                         PASTOR TONY MENENDEZ

Manejando el Rechazo

Esfuérzate por lograr que Dios te acepte, aunque el mundo te rechace

Es bello saber que Dios nos aceptó por Su gracia, a pesar de nuestros pecados. Borró nuestro pasado con Su sangre y nos dio nueva vida1. Generalmente decimos: “Acepta a Cristo”, pero lo que realmente debemos hacer es reconocerlo como Señor y Salvador, ya que Él es quien nos ha aceptado.

Ser aceptados por Jesús también nos hace reflexionar sobre la forma de manejar el rechazo de las personas, ya que deja heridas en nuestra alma que pueden deformarnos e impedirnos desarrollar nuestro potencial. Siempre te rechazarán por algo, si eres el mejor de la clase te dicen “nerdo”, si eres atento con tus maestros te dicen “culebra”, si te cuesta entender algo te llaman “burro”. Pareciera que lo mejor es ser parte del montón porque ser del promedio te permite envidiar o criticar a otros, señalando al que destaca y al que no. Así que es importante tener muy clara nuestra identidad y aprender a administrar el rechazo para no hacer cosas inadecuadas con tal de ser aceptados.

Por supuesto que los cristianos somos rechazados en el mundo, nos llaman de muchas formas: “pandereteros, torteadores, aleluyas”, pero nuestro Señor nos acepta y es lo que debe importarnos. Nuestras creencias nos hacen rechazar el licor y las parrandas, pero hay muchos que seden a la presión y terminan tomando algún “traguito” o bailando en una fiesta para sentirse aceptados y evitar la crítica. No debe importarte lo que diga la gente ya que no necesitas más aceptación que la del Señor.

A Jesús no le avergüenza llamarte Su hermano. Saber esto es hermoso, más aún si dimensionas que lo dice el dueño del universo, el que murió en la cruz y resucitó al tercer día, el autor y consumador de la fe, ¡Él es quien te justifica y te llama hermano sin ninguna pena! Además, Jesús te dice que estará en medio de la congregación para alabar al Padre junto a nosotros2. ¿Por qué te dará pena levantar tus manos, danzar y cantar, si el Hijo de Dios está a tu lado, haciendo lo mismo?

Jesús te aceptó y pagó el precio por tu salvación, dice que no se avergüenza de ti a pesar de tus faltas, eso debería ser suficiente para que tú no te avergüences de Él y le honres como merece. Nuestra fe nos dice que debemos amar a todos, pero no comprometer nuestras creencias con tal de ser aceptados. Prefiero que me rechacen en el mundo por mi buena conducta, a que me rechacen en el cielo por una mala conducta.

Si lo analizamos, ¡el día de Pentecostés el Espíritu Santo armó todo un escándalo y un estruendo3! Los cristianos anhelamos ser llenos de Su unción, pero para otros es algo extraño. No puedes esperar que las cosas de Dios sean aceptadas por todos. El derramamiento del Espíritu el día de Pentecostés llenó a muchos, maravilló a otros y confundió a más de uno, eso es natural porque no lograremos complacer a todos. Recibe la sanidad y prosperidad que Dios tiene para ti, sin importar que otros lo comprendan.

Muchos nos llaman necios, irracionales e ignorantes por creer en los milagros, pero realmente la fe es para mentes superiores que no se limitan por la razón humana y se abandonan a la voluntad divina. Todos tienen derecho a creer, como también tienen derecho a no creer, pero nadie tiene derecho a estorbar la bendición de otros. Los cristianos creemos en el único Dios, en nuestro Padre que expresa Su amor con grandes maravillas en la vida de Sus hijos. Pueden burlarse de nosotros pero no somos ignorantes, y en todo caso, ¡Jesús es el Señor de los ignorantes que creemos en Sus promesas de bendición! No busques la aceptación del mundo sino la de Dios, esa es la opción correcta.

¡Es tiempo de ser radicales con nuestro amor y fidelidad a Dios! Para el mundo somos bobos porque ofrendamos, para Dios somos quienes sabemos presentar sacrificio digno de Su Nombre. Nuestra fe define quiénes somos y lo que valemos y ¡ nuestro valor es la sangre de Jesús! Aprende a manejar el rechazo, llévalo a los pies de Cristo quien te reconfortará y te recordará que Él te acepta.

Recíbelo como Señor y Salvador para que perdone tus pecados y te regale la vida eterna. Anímate a hacer un pacto con Dios para ser radical en tu fe y no buscar la aceptación de nadie más que de Cristo. Pídele al Señor que te ayude a amar a quienes no te comprenden por creer en Él. Bendice a quienes te maldicen, entrégalos al Señor para que Él obre en sus corazones. El rechazo es necesario para que tu fe se fortalezca y te prepares para recibir bendición. No seremos cristianos mediocres sino sólidos en Cristo Jesús, quien no se avergüenza de ti sino que te acepta y te conduce a los brazos del Padre.

1 Pablo en la carta a los Efesios 1:3-9 dice: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo.
2 Hebreos 2:11 nos aclara: Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré.
3 Hechos 2: 1-7 relata: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?

PASTOR TONY MENENDEZ

Escoge lo correcto

El Señor quiere darte sabiduría para que siempre te decidas por lo bueno y santo.

Escoger es algo natural y rutinario. Al levantarnos seleccionamos nuestra ropa, lo que desayunaremos y lo que haremos durante el día. Yo me tomo el tiempo para escoger mi corbata. Es algo sencillo pero para mí es una decisión que requiere atención. Tenemos tres decisiones muy importantes en la vida: a lo que nos dedicaremos, con quién viviremos y a dónde iremos después de nuestra existencia en la Tierra.

Isaías dice que Jesús aprendería a escoger entre lo bueno y lo malo a través de la comida1. Seguramente hubo momentos cuando escogió la mantequilla, pero luego se quedó con la miel, porque a seleccionar se aprende con la experiencia de tener varias opciones y tomar una. Ahora los jóvenes desean escoger con quien “quieren” vivir, pero no con quien “pueden” vivir. Quieren relacionarse con el más guapo o la más linda, quieren lucir a la pareja como si fuera un trofeo y luego descubren que no es la mejor elección porque son incompatibles de muchas formas. Desde pequeño, Jesús aprendió a escoger y nos enseña a hacerlo.

Pablo nos cuenta que se encontraba en una encrucijada, definitivamente disfrutar de la presencia de Dios en el cielo es mucho mejor que estar sufriendo en la Tierra, pero lo necesario debe ser la prioridad2.  Por ejemplo, cuando vamos de compras, vemos cosas muy lindas pero que no necesitamos, así que debemos concentrarnos en comprar lo útil. Nuestras decisiones deben ser de beneficio para muchos, de lo contrario no son la mejor opción.  Claro que es difícil, Pablo hubiera deseado morir para ir pronto al lado del Padre, pero trabajar en Su obra era la elección correcta, ya que era lo necesario. Hay que aprender a escoger lo necesario.

Jesús nos da otro ejemplo de esto, cuando está con Marta y María quienes lo habían invitado a cenar.  En ese momento también había que escoger lo necesario, la buena parte, que era escuchar al Maestro. Marta hacía la cena, es decir que se ocupaba de algo interesante, pero Jesús le dijo que se afanaba en muchas cosas3, estaba concentrada en sus dificultades, en su mente había ansiedad. Es importante tomar en cuenta que el estado de ánimo influye en lo que escoges. Hay que buscar la paz y tranquilidad, tomarse el tiempo para decidir sobre algo, ya que el afán no es buena consejera. ¡Yuju! No tomes decisiones cuando te encuentras afectado por tu estado de ánimo, hacerlo es peligroso y puede llevarte incluso al pecado y a comprometer tus valores. María escogió la mejor parte porque no estaba afanada y tú también debes escoger lo mejor, estar junto al Maestro y escucharle.

Cuando Abram le dio a escoger a Lot el lugar donde se establecería, este escogió la llanura4. Parece una decisión inteligente porque era la región más fértil y bonita, pero también era el área cercana a Sodoma, la ciudad que se había perdido por el pecado. Al verlo de esa forma, quizá no fue la decisión más acertada porque puso en riesgo a su familia. No te arriesgues a escoger lo que puede llevarte a la perdición porque es lo más atractivo o agradable. Los padres deben educar a sus hijos y evitar exponerlos a los peligros del mundo aunque a ellos les moleste y los hagan sentir rechazados cuando les dicen: “No seas anticuado, solo es un cigarro”. No establezcas tu hogar en la llanura, donde tu familia corre peligro. Toma la decisión correcta y lleva a los tuyos a los pies del Señor, aprende a ser radical y si te rechazan, que sea por hacer lo bueno. Lot escogió lo cómodo, pero no lo correcto. De esta forma nos enseñó a ser precavidos y juiciosos para tomar decisiones.

Por el contrario, Moisés escogió el vituperio de ser llamado esclavo, antes que los placeres en el palacio de Faraón5.  Es mejor que te digan anticuado que pícaro, es preferible que te digan mojigata a mujer fácil. Los cielos son testigo de lo que escogemos. Dios nos ha dado la capacidad de escoger y desea que nos dejemos convencer por la vida y la bendición6.

En el caso de David, él primero pidió a Dios sabiduría para saber escoger y alejarse del mal, pero luego le aseguró que ha escogido el camino de la verdad y ha decidido respetar Su ley7. Eso es lo que debemos hacer, primero pedirle a Dios, pero luego escogerlo a Él. Siempre habrá dos caminos para elegir: el bien y el mal, la luz y las tinieblas, la bendición y la maldición. Pídele sabiduría y reposo al Señor para aprender a seleccionar lo mejor.

Confírmale que estás claramente definido, que solamente le servirás a Él y que le escoges por encima de todo lo demás, porque Él te ha escogido a ti.  Al hacerlo, te aseguro que Él te enseñará a tomar decisiones como es debido, no como el mundo lo hace.  No temas, si escoges la mejor parte, si le entregas tus anhelos y momentos de incertidumbre, se cumplirá Su promesa y te irá bien.

1 Isaías 7:14-15 profetizó: Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.
Filipenses 1:21-24 enseña: Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.
Lucas10:41-42 relata: Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
4 Génesis 13:8-12 narra: Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro. Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.
5 Hebreos 11:23-27 explica: Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
Hebreos 11:23-27 explica: Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
7 Salmo 119:26-30 relata: Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; Enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas. Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra. Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley. Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí.
PASTOR TONY MENENDEZ 

La definición te da fuerzas

La certeza de ser hijo de Dios te fortalece para testificar sobre Él y salir victorioso de la prueba.

Ser cristianos definidos nos da fuerzas porque la constancia en el servicio al Señor  provoca que nuestra situación cambie para bien. Sadrac, Mesac y Adeb-nego fuero jóvenes definidos que nos enseñan la actitud correcta ante las amenazas del mundo. Ellos se negaron a adorar a la estatua del rey Nabucodonosor, a pesar de que sus vidas corrían peligro. ¡La amenaza por no obedecer al rey era morir quemado en un horno de fuego! Aun así, se negaron a postrarse ante una estatua y esa actitud tuvo consecuencias. Los cristianos de esta época no enfrentamos algo semejante, aunque sí debemos ser fuertes ante las críticas de quienes no comprenden nuestra fe.

El Señor respaldó a estos tres jóvenes porque dijeron con toda seguridad y compromiso: “Nuestro Dios, a quien servimos puede librarnos”, pero no hubiera sido igual si hubieran dicho: “Nuestro Dios, a quien a veces servimos”. Igual debe pasarnos, ya que en medio de la tribulación, hay que afirmar con decisión: “El Señor me levantará porque mi familia y yo lo amamos y lo servimos siempre”. Cuando te pregunten si eres cristiano, debes responder: “Sí, yo sirvo al Señor y a nadie más”.  Al actuar con definición, no dudes que Dios te respaldará, porque Él no abandona a quienes le aman.

La Palabra nos cuenta que los jóvenes fueron lanzados al horno y que allí dentro, se paseaban confiados. Y lo más sorprendente es que el rey no veía a tres sino a cuatro hombres, y uno de ellos tenía un aspecto especial porque ¡era el Hijo de Dios! No temas, el Señor está contigo, te libera de las ataduras y te protege, tal como hizo con ellos. Luego de ver el poder del Señor, el temible rey de Babilonia confesó al Dios Altísimo. Un momento antes había blasfemado, pero después lo adoró. Incluso predicó y todos se vieron obligados a reconocer a Dios, ya que amenazó de muerte a quien no lo hiciera. Los papeles se invirtieron y quienes habían sido humillados fueron enaltecidos2.

La definición de Sadrac, Mesac y Abed-nego tuvo cinco consecuencias. La primera fue el enojo del rey, tal como sucede ahora cuando tu fe molesta a algunos que incluso se alejan de ti, pero ¡no te imaginas cuánta bendición hay para tu vida si te defines por Él! La segunda consecuencia de la definición es experimentar la presencia de Jesús, el Hijo de Dios quien nunca te abandona. La tercera consecuencia es el reconocimiento, como les sucedió a los tres jóvenes a quienes sacaron del horno. La cuarta consecuencia es un decreto a favor de Dios y la quinta consecuencia es el engrandecimiento de quienes fueron definidos. Dios está a punto de engrandecerte porque estás definido, lo amas y lo sirves.

Es importante notar que los tres jóvenes respondieron con  seguridad, pero también con amabilidad. No fueron arrogantes o abusivos ya que ser definidos también implica ser educados y no buscar contienda, porque la sabiduría del Señor es pura amable y pacífica3. No importa cuánto te ataquen o pongan a prueba, tu respuesta siempre debe ser amable y misericordiosa. Ama a tus enemigos, bendícelos para cosechar frutos de justicia. Recuerda que son bienaventurados los pacificadores porque serán llamados hijos del Padre. Parte de nuestra definición como cristianos, servidores de Dios es amar a todos, como Él nos amó.

La clave de estos tres jóvenes fue que ninguna amenaza combatió el fuego que tenían dentro y nada logró que perdieran su avivamiento. Justamente de esto es de lo que habla Pablo cuando le escribe a Timoteo animándolo a que avive el fuego del Señor.  Además, le recuerda que Dios le ha dado espíritu de poder, amor y dominio propio, no de cobardía, por lo que debe continuar dando buen testimonio, a pesar de la persecución4. Aviva tu pasión por el Evangelio, Dios te ha dado espíritu de poder, amor y dominio propio, tal como a Timoteo, Pablo, Sadrac, Mesac, Abed-nego y todos los cristianos que sirven al Señor. Tu definición y convicción en Él te dará fuerzas y valor para continuar en el camino correcto. No te avergüences, aviva el fuego que sientes por amarle y servirle.  Llegará el día de la prueba y cuando eso suceda tu arma debe ser la seguridad de decir: “El Dios a quien sirvo me librará”. Entonces, aquellos que deseaban aniquilarte te engrandecerán y darán honra al Señor, ya que Él demostrará con poder que está de tu lado. Agradece a Dios por darte fuerzas al definir tu identidad como Su hijo y coheredero de Su Reino. ¡Hoy es día de victoria para ti!

1 Daniel 3:15-25 cuenta: Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
2 Daniel 3: 26-30 continúa el relato: Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
3 Santiago 3:17-18 explica: Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.
4 Pablo dice 2 Timoteo 1: 3-8: Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el 

Con la fe y los pantalones bien puestos

Poner en práctica nuestra fe requiere decisión, carácter y valor.

En la guerra se dice que de nada sirven las armas si no se saben usar. Lo mismo sucede en el plano espiritual, ya que de nada sirve decir que creemos en las promesas del Señor, si no tenemos el valor para enfrentar las situaciones y provocar que Sus planes se cumplan. 
Hemos leído muchas veces lo que Hebreos 11 enseña, pero es importante revisar varios aspectos que nos hablan sobre la fe. Primero, leemos que Dios es galardonador de los que le buscan, así que una forma de demostrar que lo buscamos es alcanzar esos galardones. En nuestra relación con Dios hay dos testimonios, el nuestro que habla sobre lo que Él ha obrado en nuestras vidas y el del Señor que habla de lo que Él ha visto y le agrada. En el caso de Abel, dice que Dios da buen testimonio de su ofrenda porque fue excelente. Lo mismo sucede con todos estos hombres y mujeres de los que habla Hebreos 111. Debemos presentar testimonio de fe para que Él ofrezca el Suyo, que no es más que la gracia que hallamos en todo lo que hacemos. Por ejemplo, cuando entregas tu vida a Su servicio y lo honras, siempre encontrarás favor ante otros que incluso te dirán: “No sé porqué, pero quiero hacer negocios con usted”.
Es fácil decir que vives por la fe en la vida eterna, pero es difícil declarar que crees en aquello que Dios ha prometido que lograrás en la tierra. Sin embargo, esa es la fe que debemos hacer realidad, ya que es la única forma de agradar a Dios. Cada día de tu vida debes demostrar tu fe, no solamente cuando te dan el aumento que esperabas, sino también cuando el día amanece nublado y no tienes ganas de levantarte.
Hebreos 11 habla de Noé, quien alcanzó justicia al construir el arca por fe. Ahora muchos podrían decir que hubieran participado, pero realmente es difícil saberlo, si no son capaces de enfrentarse a las dificultades y retos del día a día. Antes de decir que hubieras creído en un loco que construía un enorme barco, demuestra que eres capaz de arriesgarte por creer que Dios desea que seas feliz con tu familia y te respeten porque haces un excelente trabajo. Esas son las proezas que debes lograr ahora. ¡Es nuestra responsabilidad hacer que Sus promesas se cumplan!
¡Vaya fe la de Abraham que tomó a su esposa y salió de su tierra sin saber hacia dónde lo llevaría su amor por Dios! Y nosotros a veces caemos en la depresión absoluta cuando pasamos un mes sin trabajo y clamamos desesperados: “¡Dios me ha abandonado!” ¿Dónde está la fe que te levanta y te hace tocar puertas hasta que logras lo que deseas? El problema no es tener fe sino demostrarlo cuando vienen las dificultades, porque es en medio del desafío que ponemos a prueba nuestra fe y la hacemos crecer para lograr maravillas.
Y ¿qué sucede si llegas al final de tus días sin recibir lo que Dios te ha prometido? Pues así como Abraham, Isaac, Jacob y José, proclama a tu descendencia que ellos verán cumplidas las promesas porque Dios es fiel y no miente2. La fe es la mejor herencia que puedes dar a tus hijos. Esa fe que cambia tu estilo de vida, que te hace vivir expectante, renunciando a existir sin propósito. No tener expectativas es como estar muerto. Vivir por fe es disfrutar del presente y del futuro que forjamos con optimismo.
Hebreos también explica que quienes realmente tienen fe, piensan y hablan de lo que esperan y lo que recibirán, producto de su esfuerzo y confianza en Dios. No pierden el tiempo pensando en el pasado, sino que avanzan hacia el futuro3. ¡Pelea por tu porvenir, porque lo que viene será mejor!
Dios tiene preparados galardones para quienes se atreven a vivir por fe. Él no se avergüenza de nosotros y no nos abandonará porque, tal como a Abraham, nos ha prometido multiplicación. Y así como este valiente hombre, debemos aprender a creer y a ofrendar con amor. Quien recibe una promesa debe tener algo qué ofrecer de vuelta.
La fe también hace a un lado el temor. Por eso Moisés es recordado como el hombre que no tuvo miedo de la ira de Faraón y prefirió desechar las riquezas porque tenía la vista puesta en el galardón que Dios le prometió. Además, la fe nos distingue de quienes intentarán hacer las mismas proezas pero se ahogarán. Somos hijos de Dios y Su poder nos sustentará siempre.
Incluso una ramera, Rahab recibió galardón por su fe, ya que Dios da testimonio de ella en Hebreos 114 y Jesús proviene de su línea de descendencia. Ella creyó en el Dios de los israelitas y los ayudó a conquistar Jericó. Para vivir por fe se requiere valor y coraje. Como decimos en muchos países, se requiere tener bien puestos los pantalones porque no es fácil. Si no te has atrevido a emprender ese negocio, no es por falta de fe sino por orgullo y falta de valor. Dudas: “¿Qué dirán si fallo, qué pensarán?” Usar la fe implica ser humildes y aceptar que nos debemos a nuestro Padre. Cuando el pueblo era esclavo en Egipto, todos sabían que Dios los libertaría, pero solo uno tuvo los pantalones de plantarse frente a Faraón. David tuvo fe y también pantalones para enfrentarse a Goliat.
Al decir la Biblia que el reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan, se refiere a quienes tienen el coraje y pelean por recibir lo que han creído. Dale gracias al Señor por la fe que te ha dado y asegúrale que le demostrarás que tienes los pantalones bien puestos para usarla en tus batallas. Dile: “Conquistaré reinos con la fe, el amor, el coraje y el valor que me has dado”.  

1 Hebreos 11:1-11 dice sobre la fe: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 
2Hebreos 11:12-13 continúa hablando sobre la fe: Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
3Hebreos11:14-29 comparte más aún: Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. 
4 Hebreos 11:30-40 habla sobre otros héroes: Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. 

La fe del centurión romano

Debemos creer y esforzarnos con la autoridad que nos otorga ser hijos y herederos del Señor.

La fe nos distingue como cristianos, es el común denominador de los hombres y mujeres de la Biblia, es la razón por la que ellos alcanzaron buen testimonio. En Hebreos 11 no leemos sobre hombres y mujeres perfectos sino esforzados y valientes que creyeron en Dios. Sabemos que Abraham, Sansón, David, Josué, incluso Raab terminaron bien, entonces decimos creer que el Señor estuvo con ellos. Pero la cuestión es creer que Él quiere hacer Su obra con nosotros en este tiempo. Ahora no construiremos un arca, no tendremos que vencer a Goliat, pero enfrentamos nuestros propios desafíos: la empresa, la iglesia y la familia, que no son menos retadores. En estas circunstancias es cuando debemos demostrar que tenemos fe para emprender sin necesidad de tantas confirmaciones de Dios. La razón nos abandona donde la fe nos da la mano. Demostremos que nuestra voluntad es de perfecta obediencia a Dios, quien nos manda a ser esforzados y valientes. ¡Este es el momento cuando tu fe será desafiada para emprender lo que piensas que es imposible lograr!
Para comprender la enseñanza sobre la fe del centurión romano, debemos analizar los antecedentes y el contexto. Primero vemos que Jesús era parte del pueblo judío, que en esa época era esclavo de Roma. Cuando le preguntaron si debían tributar a César, Él respondió con justicia diciendo que debían dar al César y a Dios lo que le pertenecía a cada uno1. Así que debemos hacer lo mismo, pagar nuestros impuestos y darle a Dios como merece. Esa es nuestra responsabilidad.
El segundo antecedente es cuando Jesús, siendo parte del pueblo subyugado por la orden de llevar una milla la carga de los romanos, ¡les pide que se sometan aún más y la lleven otra milla!2 Cuando hacemos lo que Jesús nos pide, nuestra disposición cambia para bien. Los judíos estaban resentidos porque eran esclavos, pero Jesús vino a liberarlos del rencor. Jesús nos enseñó que nuestro corazón sana cuando damos más de lo que nos han pedido. En este contexto, analicemos la historia del centurión.
Lo primero que aprendemos de este personaje es que nuestra fe crece al escuchar. El centurión escuchó sobre Jesús y tuvo fe en Su poder para sanar al siervo enfermo. Congregarnos y escuchar la Escritura alimenta nuestra fe que debe crecer para enfrentar nuevos desafíos. Tu fe debe llevarte a pedir por llegar a la cima, no solamente por salir del pozo.
La Palabra dice que Jesús se maravilló de la fe del centurión romano. Con la cananea fue diferente porque la hizo pasar por un proceso de confrontación, pero con el centurión se maravilló desde el inicio y alabó su fe. Eso lo hace digno de ser estudiado e imitado.
Este romano sabía quién era Jesús. Seguramente lo investigó y supo que era aquel hombre que le hablaba a las multitudes sobre el amor al prójimo, pero también les enseñaba sobre el respeto a la autoridad, sobre dar el tributo y ofrecer más de lo que se les exigía. Así que lo mandó llamar porque sabía que no podría negarse, como los ancianos tampoco podían negarse a ir a buscarlo porque eran esclavos de Roma.
Cuando Jesús estaba cerca, el centurión envió a otros mensajeros a darle instrucciones. En ese momento es cuando se hace evidente su fe con pantalones, casi impositiva. Usó el poder que tenía como romano sobre Jesús, quien era judío. Es increíble ver que le habló usando una parábola que explicaba la relación de autoridad: “Señor, conozco sobre obedecer órdenes. Digo que vayan y van, como lo hice con los ancianos para que te trajeran; a otros les pido que vengan y vienen, como Tú has venido; así que, aunque no soy digno, sana a mi sirviente”3.  En otras palabras le dijo: “Respeto Tu señorío como tú respetas el mío”. ¡Este hombre mandó a Jesús que obrara un milagro! Eso es tener fe.
¿Permitiremos que un romano tenga más fe que nosotros? Jesús sabía de autoridad, por eso no se molestó con las palabras del centurión y tampoco se ofenderá si te acercas convencido de tu posición como hijo y le dices: “Padre, soy heredero de estas promesas y te pido que se cumplan”. Entonces, Él dirá: “¡Wow! Qué fe la que tiene este hijo Mío”. Nosotros no tenemos autoridad sobre Jesús, pero sí tenemos los derechos de herederos que Él compró en la cruz del Calvario.
Así que este romano nos enseña a usar nuestra autoridad como hijos de Dios y a obtener bendición, utilizando la fe que hemos recibido de nuestro Padre. Si al centurión no lo detuvo ni siquiera su pecado, porque dijo que no era digno, nada debe detenernos ya que sabemos que somos salvos por la misericordia de nuestro Señor. Deja a un lado el temor y asume la confianza que te otorga el poder de Dios. Dile: “Gracias Padre, mi fe ha sido totalmente renovada, tendré los pantalones bien puestos para creer y lograr lo que anhelo”. ¡No te detengas y avanza hacia la meta!



1Marcos 12:15-17 relata: Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea. Ellos se la trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De César. Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él. 
2En Mateo 5:39-41 leemos: Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 
3Lucas 7: 3-9 cuenta sobre la fe del centurión: Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

La medida de tu fe

Dios nos ha dado una fe personal y especial para superar nuestros desafíos.

Cuando Jesús le dio el milagro de sanidad a la mujer cananea, quien pedía por su hija, le dijo: “Grande es tu fe”1. No le dijo grande es Mi poder o la fe en general, sino que se refirió particularmente a la fe que ella manifestaba. Cada quien tiene su fe personal e intransmisible. Aunque sí puede imitarse porque dice la Palabra que podemos imitar la fe de nuestros pastores. Esa fe particular puede usarse para todo, no solamente para salir de problemas, sino también para avanzar en tus sueños y anhelos. Pídele a Dios por lo que anhelas, aunque no sea para salir de un conflicto. Cambia tu sistema de creencias para renovar tu fe y veras que los resultados que obtienes serán mejores. La iglesia debe estar llena de gente bendecida por Dios que le otorga el honor y la gloria, porque a Él le agrada que le presentes tus proyectos, no solamente tus problemas.
Cada quien usa la fe de acuerdo a su medida y circunstancia. La cananea solo pidió salud para su hija, Salomón pidió sabiduría, pero si hubiera estado enfermo seguro le pide salud. Así que no debemos copiar la oración de otro, al contrario, oremos según lo que tenemos en nuestro corazón y a lo que necesitamos.
La conversación con el centurión romano fue diferente porque le dijo que no había hallado tanta fe como la que ese hombre tenía. Eso significa que Jesús estaba buscando fe. De hecho, en la Palabra dice que cuando Él regrese hallará fe en la tierra. Es decir que si nos la dio, quiere encontrarla. Dile a Jesús que encontrará en ti la fe que ha buscado en otros.
En Habacuc leemos un pasaje que sobre la fe podría confundirnos un poco porque dice que la visión tardará por un tiempo, pero luego dice que sin duda vendrá y no tardará2. Lo que quiere decir es que todo lo que esperas por fe y sin duda, no tarda tanto. La incredulidad del pueblo de Israel provocó que lo que tomaría 40 días, tardara 40 años en suceder. Los procesos que enfrentamos pueden ser más cortos de acuerdo a nuestra fe. Esa circunstancia puede tardar tanto como tu fe lo permita o se puede apresurar tanto como tu fe la altere. Este pasaje también dice que el justo vivirá por su fe. No por la fe en general, sino por la propia, la que se expresa en cada circunstancia. Además, descubrimos otra revelación importante, si por la fe viviremos, significa que también es posible  morir por la falta de fe. No me refiero a una muerte física, pero sí puedes morir en el ánimo y en el espíritu. Aprende a usarla para que te otorgue vida, no para morir en depresión y angustia.
Cuando Jesús sanó a unos ciegos que le siguieron también se refirió a la fe personal, ahora la de ellos3. Enfatizó que todo se hace conforme a lo que cada uno cree. Así que la cantidad de poder de Dios que recibes depende de tu fe. Si estás angustiado llora y desahógate, pero debes saber que no es llorando como recibes, sino que al decirle convencido: “Sé que lo harás, creo en mi corazón que recibiré lo que te pido”. Pídele al Señor, usa tu fe con una sonrisa en los labios porque estás convencido de que desea bendecirte.
La Palabra nos habla de una mujer que tenía 12 años de padecer flujo de sangre4. En este caso, Jesús también habla de la fe que ella tenía y la que fue efectiva para salvarla incluso del castigo que le esperaba por haber tocado a un hombre, ya que según la ley, era inmunda por esa enfermedad. Ella fue valiente y tocó a Jesús a pesar de saber que se arriesgaba a ser apedreada. Su fe y valor obtuvieron los frutos que esperaba porque Jesús la sanó y también la salvó. Fue como si le dijera: “No tengas pena, no serás castigada ya que no tocaste a un hombre, tocaste a Dios y eso no es prohibido”. 
Ella tenía fe, lo demostró durante los 12 años que buscó sanidad. No importa cuánto tiempo esperes, mantén tu fe porque el Señor sanará tu vida. Todos tenemos fe, la pregunta es si tenemos el valor de usarla. ¿Tienes la determinación para iniciar tu empresa o iniciar la carrera universitaria? ¡Imitemos a esta mujer con pantalones!
En otro momento, Jesús rogó porque la fe de Pedro no faltara, no lo criticó o condenó por la debilidad que demostraría, sino que le profetizó su futuro de bien en el Reino5. Entonces, Pedro volvió renovado y fue capaz de ver a los demás como hermanos, no como rivales o competidores. Esto fue posible gracias a su fe personal e íntima que no era igual a la de ninguno de los otros discípulos.
Dios ha dado fe a todos, una medida diferente y particular, adecuada para la circunstancia específica que cada quien enfrenta6. Creer no es lo mismo que tener fe, como no es lo mismo tener piernas y caminar, ya que el acto de creer es usar la fe que ya tenemos. Es decir que creer implica valentía para enfrentar y superar los desafíos.
Cuando Dios nos creó, nos formó con cuerpo, alma y espíritu, nos dio talentos y una medida de fe personal que nos ayudará a enfrentar nuestro retos y desafíos. La medida de nuestros problemas es congruente con la medida de fe que tenemos. No sé cuál es el tamaño de tu dificultad, pero te aseguro que tienes la fe suficiente para superarla, porque Dios ya te la dio. Acércate a Él y dile: “Señor, gracias por la medida de fe que me has dado, tendré el valor para utilizarla y enfrentar la medida de mis problemas, desafíos y sueños”.
 


1Mateo 15:28 relata:  Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
2Habacuc 2:2-4 relata: Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
3Mateo 9:27-30 cuenta sobre otro milagro:  Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
4Marcos 5:33-34 cuenta:  Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
5Lucas 22:31-32 comparte: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
6Romanos 12:3 asegura: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 

La sazón de la fe

Ten paciencia y no temas sufrir vergüenza al creer y luchar por alcanzar las promesas del Señor.

Necesitamos valor para usar la fe. Con frecuencia escucho a las personas lamentarse por lo que no emprendieron porque les faltó valor para hacerlo. ¡Anímate!, solo tenemos una vida en la tierra para esforzarnos y creer por alcanzar nuestros sueños. Tú decides si eres espectador o protagonista de las proezas que Dios nos ha prometido que lograremos. 
Hemos aprendido sobre la fe de varias personas de las que habla la Biblia. La mujer cananea que finalmente obtuvo su milagro por la insistencia y el valor que demostró, y el centurión quien tuvo los pantalones de utilizar su fe casi abusiva, para tomar la autoridad de enviar por el Señor y pedirle que sanara a su sirviente. Ante estas muestras de fe, nosotros, hijos de Dios y coherederos del Reino, deberíamos tener la convicción para acercarnos a Él. Pídele al Señor con confianza, no solo para que desaparezcan tus pesadillas sino también para que puedas lograr tus sueños. Cambia tus creencias para renovar tu oración, lo que mejorará tus resultados y tu entorno.
Dios nos ha dado una medida de fe única para que, en primer lugar, creamos en nosotros mismos y en las capacidades que nos ha dado1. Para ejercer nuestra fe con valor debemos convencernos de que Dios nos creó únicos y que estamos hechos a la medida de los retos que enfrentaremos. No hay problema que no puedas enfrentar porque nuestro Padre te ha dotado de la medida de fe exacta para salir adelante.
En la Biblia leemos que Jesús le habló a Simón sobre la tentación que este discípulo enfrentaría2. Le dijo que sería zarandeado, por eso, Él rogaba porque la fe del discípulo no faltara, ya que era esa medida única de fe la que lo ayudaría a superar el reto. Cuando se tiene fe ni el pecado puede detenerte. ¡Sigue adelante! Confía en Jesucristo quien no te condena, sino que te perdona y ruega para que tu fe no falte.
Todos los hombres y mujeres de los que habla la Biblia tuvieron la fe exacta para superar sus propios desafíos. Noé tuvo fe para construir un arca, no para tener un hijo como sucedió con Abraham. Solamente David necesitó la fe específica para vencer a Goliat. Tú necesitas tu propia fe para ese desafío personal. Actívala y descubrirás cómo resolver cada situación. Quienes tienen fe son más creativos y exitosos ya que piensan de forma distinta, retan a la razón y se enfocan en encontrar soluciones para lograr lo que visualizan. ¡La fe es energía pura que debemos usar para alcanzar nuestras metas!
Los hombres y mujeres de fe también tuvieron la paciencia para esforzarse por alcanzar la meta3. Sabemos que paciencia es la capacidad de esperar hasta obtener lo que hemos creído. Noé creyó y también tuvo paciencia para construir un arca durante mucho tiempo. Abraham tuvo paciencia para intentar durante años engendrar a su hijo. Las promesas se obtienen con fe y paciencia. La fe se sazona con la paciencia que genera esperanza. Debemos tener fe y paciencia para superar los problemas y también para realizar nuestros sueños, aunque esto tome tiempo. 
La paciencia es como la sazón de la comida típica de cada país. Todos estamos orgullosos de ello, aunque en otros países no lo aprecien igual. Como hijos de Dios tenemos nuestra sazón: la fe y la paciencia. Creemos que al orar los enfermos pueden sanar, creemos en sembrar para cosechar, y creemos en la conversión del corazón cuando lo entregamos al Señor. Quizá para otros es una mala sazón, pero para nosotros es la mejor. ¡Qué importa lo que otros piensen si para nosotros es la verdad!
La Biblia dice que Abraham creyó, incluso cuando ya no había esperanza, porque era imposible que él y Sara tuvieran hijos4. Esto nos hace pensar que la sazón de la fe es la paciencia y el riesgo es la vergüenza. A veces, no te arriesgas a tener fe por evitar la vergüenza, pero en la Escritura, la gente que creyó, se arriesgó. ¿Qué hubiera hecho Josué si luego de ordenar que le dieran la vuelta a Jericó durante siete días, los muros no caen? ¿Qué hubiera pasado con Abraham si después de anunciarlo tanto, no llega el hijo que anhelaba? Seguro hubieran hecho el ridículo, pero se arriesgaron por fe. Jesucristo sufrió la vergüenza y el oprobio en la cruz para salvarnos. Y al tercer día, ¡se acabó la humillación y vino la gloria! Se levantó victorioso de la tumba y tomó Su lugar a la derecha del Padre. Por eso, ¡Él es el autor y consumador de la fe!
Cuando usas tu fe y tu paciencia, te arriesgas a pasar vergüenza, pero debes intentarlo porque el riesgo vale la pena.  Ten paciencia y no sientas pena de ser avergonzado por tu fe. Cuando organizamos las cruzadas de sanidad no pensamos en la vergüenza que sufriremos si los milagros no suceden, porque confiamos en la promesa del Señor, quien no dejará avergonzados a aquellos que confían en Él. ¡Asume tus riesgos! Dios no te dejará solo, siempre estará contigo. Nuestro Padre quiso contar la historia de las personas que creyeron en Él para que nosotros tomáramos ejemplo y confiáramos de la misma forma. Cree y ten paciencia porque tu historia se contará como ejemplo de la fe que logra proezas en el Señor.
 

1 Romanos 12:3 aconseja: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
2 Lucas 22:31-32 relata: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Hebreos 6:11-12 explica: Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
Romanos 4:17-19, versión Dios habla hoy, dice:  Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto, siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz de Sara.

Por fe, no por vista

No llores más, levántate, sigue tu camino, recupera el sentido de tu vida y permite que tu fe te lleve al éxito.

El apóstol Tomás tuvo que ver para creer1, pero tener fe es todo lo contrario, porque implica creer sin haber visto, es más, debemos creer para poder ver lo esperamos. La base de nuestra fe es lo que está escrito en la Palabra que nos promete que seremos testigos de grandes prodigios.  Dios quiere que caminemos por fe y no por vista porque nuestros sentidos pueden engañarnos. La fe es como el más claro de nuestros sentidos.
La Palabra dice que por la fe creemos que fue hecho lo que no se veía, ya que fe es la convicción de lo que no se ve2. Todo lo creado surgió de la Palabra de Dios cuando no existía nada. Así que nadie puede decir que vive por fe si no cree lo que no ve. Además, la fe debe estar conectada a la boca, porque la Biblia dice que si confesamos lo que creemos, lo que confesamos será hecho. Debemos hablar con fe de lo que no tenemos pero tendremos, de lo que no hemos logrado, pero lograremos.
Si quieres dejar de afanarte por tus necesidades ten fe, piensa en un sueño grande y enfócate en lograrlo. No significa que las dificultades desaparecerán, pero al concentrarte en  objetivos más altos, lo urgente será más fácil de alcanzar. Lo vemos con Erick Barrondo, marchista guatemalteco, quien a pesar de sus escasas posibilidades económicas logró entrenar para los Juegos Olímpicos. Si se hubiera concentrado en conseguir recursos para subsistir, estaría en su pueblo trabajando en alguna tarea de supervivencia, pero vio más allá y logró ser campeón. Además, él dijo que iba por la medalla de oro y se cubrió de gloria al conseguir la de plata. Su fe era tan grande que antes de irse a la competencia en Londres, ¡le compró a su familia un televisor de pantalla plana para que pudieran verlo ganar! Si hubiera llegado con la limitada aspiración de lograr “aunque fuera la medalla de bronce” quizá no logra la hazaña que conmovió a todo el mundo, especialmente a los guatemaltecos. Si quieres pegarle a las estrellas debes apuntar a la luna. Si le apuntas a las estrellas, tal vez, con suerte, le pegas al bombillo de tu casa. Es más fácil soportar la adversidad y salir adelante cuando tienes un sueño y con fe, luchas por hacerlo realidad. Necesitamos caminar por fe y no por vista3. Testimonios como este me hacen pensar que acaso nuestra abundancia de recursos es el estorbo para tu fe. Por eso, cuando venga la escasez debemos dar gracias, porque quizá ese problema se convierta en nuestra mayor oportunidad para realizar los sueños que anhelamos.
Al leer el pasaje de los ciegos que siguieron a Jesús me cuestiono porque es una pena que ellos, sin ver, lo siguieran, y nosotros que podemos ver, a veces no lo hacemos. Esos ciegos demostraron su fe con hechos y acciones4, tal como debemos hacer nosotros. Caminar por fe y no por vista significa recibir tu cheque de quincena y decirle al Señor: “Sé que este dinero no me alcanza, pero tengo fe en que Tú me proveerás ”. Cuando hagas eso, tu vida cambiará y estarás en camino a ver grandes prodigios. La mujer con flujo de sangre5 y el centurión6 se acercaron a Jesús y recibieron lo que buscaban porque escucharon sobre Él y lo buscaron. Mantengámonos atentos a Su voz para que nuestra fe crezca y nos lleve a obtener Sus promesas.
La Palabra nos cuenta la historia de Ana, madre del profeta Samuel7, quien sufría por ser estéril. Entonces, leemos que Elí se le acercó y le dijo que fuera en paz y que recibiera lo que había pedido. Luego, ella hizo tres cosas que nos enseñan muchísimo sobre nuestra correcta actitud de fe.

Primero, tomó su camino. Al escuchar lo que le dijeron, se levantó y avanzó. Cuando tienes fe retomas lo que dejaste por desánimo. ¡Dios te dice levántate y camina! No te desvíes más, avanza hasta lograr lo que tu fe te ha puesto delante. Segundo, Ana comió, significa que recuperó el deseo de vivir. Cuando fracasamos en algo deseamos morir. Pero nuestra razón para vivir siempre debe ser el Señor, frente a los problemas, las victorias y los desafíos. Si tenemos la fe puesta en Él, nada nos quitará el deseo de seguir adelante. Tercero, Ana ya no estaba triste porque la fe le devolvió el optimismo, incluso antes de ver los resultados finales. Llorar nos ayuda a desahogarnos, pero ningún problema se resuelve con llanto y la fe nos ayuda a manejar las emociones. Cuando crees que recibirás lo que anhelas, retomas tu camino, cobra sentido tu vida, y tus emociones cambian para bien. Esto provoca que tu actitud y tus pensamientos mejoren, lo que te permite alcanzar increíbles resultados. ¿Ves como todo está relacionado y se fundamenta en la fe?  Para avanzar debes soñar en grande, creer, levantarte, seguir tu camino, recuperar el sentido de vivir y mejorar tu actitud al hacer a un lado las emociones negativas. Este proceso de fe te conducirá al éxito.
Pídele al Señor que incremente tu medida de fe porque tienes sueños por lograr y milagros que testificar. Asegúrale que seguirás el camino que te ha trazado, recuperarás el sentido tu vida y cambiarás tus emociones para bien. ¡Gracia Padre por enseñarnos a vivir por fe!


1Juan 20:26-31 cuenta sobre Tomás: Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
2Hebreos 11: 1 nos enseña: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
32 Corintios 5:7 asegura: Porque por fe andamos, no por vista.
4Mateo 9:27-27 cuenta: Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.
5 Marcos 5:27-29 relata: Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.

6Lucas 7:3 dice: Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo.
71 Samuel 1:17-18 relata: Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. 

Vivir demanda sabiduría

Ser sabio significa aplicar nuestro conocimiento para tomar buenas decisiones.

Cuando Sonia y yo preparábamos nuestra boda y buscábamos los muebles para nuestra casa, mamá nos dio un consejo: “Compren una cama pequeña porque así los pleitos duran poco”. ¡Qué sabiduría! Efectivamente, aunque la pareja esté molesta, la proximidad que provoca una cama pequeña hace que se busque rápidamente la reconciliación. 
Hay que adquirir sabiduría para relacionarnos, para administrar, para gobernar y para tomar decisiones conforme a la moral. Todos tenemos la capacidad para ser sabios, así que no llames tonto a nadie, porque Dios ha creado solamente personas inteligentes, capaces de aprender. 
La sabiduría es indispensable para la vida. Por fe es posible alcanzar grandes objetivos que podrían estropearse por falta de sabiduría. He visto muchos milagros de sanidad que luego se pierden porque no hubo sabiduría para cuidar la salud que se recibió. Aprendamos a ser sabios para retener nuestras promesas cumplidas.
La sabiduría se fundamenta en el respeto y el temor de Dios, por lo que el punto de partida para ser sabios es reconocer que nos hace falta el entendimiento que debemos pedir al Señor. Lo contrario a la sabiduría es la necedad, la insensatez y la estupidez. También es importante descubrir que debemos pedir la sabiduría específica para el momento que vivimos. Pídela para restaurar tu matrimonio, para comprender a tus hijos o sacar adelante tu empresa, ya que la sabiduría no es algo abstracto, sino un don que debe aplicarse en situaciones concretas. Salomón, por ejemplo, pidió sabiduría especialmente para gobernar. Otro aspecto relevante es aprender a buscarla y encontrarla porque está en todo lugar. Incluso los necios, según la Palabra, ¡pueden mostrar sabiduría cuando callan! Así que debemos buscarla e imitar la conducta de quien la tiene.
La sabiduría impone orden y como consecuencia, trae paz. Por eso es tan importante adquirirla. Solo los necios buscan contienda. Toda situación de la vida demanda sabiduría, tanto luchar por una posición o promoción, como mantenerse en ese puesto privilegiado. Porque ser sabio no es “saber mucho” sino aplicar ese conocimiento para decidir correctamente. Por ejemplo, todos sabemos las propiedades del fuego, pero ese conocimiento no nos hace sabios. Lo que realmente nos hace personas sabias es tomar buenas decisiones para utilizarlo de la forma correcta. El Señor espera que seamos sabios y lo demostremos al tomar buenas decisiones en todo momento.
Jesús relaciona la sabiduría con la posibilidad de ser Sus discípulos. Lo primero que indica es que el amor a Dios debe ser tan grande que el sentimiento por los demás podría parecer aborrecimiento. Además debemos ser capaces de tomar “nuestra cruz”, es decir, ser valientes y asumir nuestras responsabilidades1
Su Palabra es hermosa porque desafía nuestro discernimiento, nos reta a ser sabios y nos cautiva para que la leamos una y otra vez, hasta que Su presencia invada nuestras vidas. Él espera que demostremos sabiduría al planificar nuestras acciones, por eso habla de calcular antes de construir y pensar en la estrategia antes de la batalla. Porque quien no calcula y planifica, demuestra que lo único que posee es necedad2. Jesús dice que solo quienes renuncien a la necedad e insensatez que tienen, y demuestren ser sabios, podrán ser Sus discípulos3. Nuestra fe y sabiduría debe reflejarse en los resultados que obtenemos en la vida. En otras palabras, es como si Jesús dijera: “No podrá ser Mi discípulo aquel que no acepte dejar la necedad”. Si quieres ser discípulo del Señor, debes buscar sabiduría para tomar buenas decisiones.
Insisto en enfatizar que sabiduría no es “lo que sabemos”, sino “lo que hacemos con lo que sabemos”. Sabiduría es aplicar correctamente el conocimiento que poseo. De nada sirve tener mucho conocimiento si no lo ponemos en práctica para beneficiar a quienes nos rodean. Por ello, las personas que sirven al Señor deben ser sabias y llenas del Espíritu Santo. En el ministerio debe haber unción y milagros, pero también sabiduría para administrarlos4.
Así que debemos fortalecernos en cuerpo y en espíritu, tal como Jesús lo hizo desde niño. Además, debemos aprender y crecer en sabiduría5. No esperes a ser anciano para ser sabio, no sabemos cuánto viviremos así que debes ser sabio ¡ahora! La vida demanda sabiduría en todo tiempo y edad. A veces crecemos en edad, pero no en sabiduría y nos encontramos con un saldo negativo que debemos equilibrar. Nuestra vida continúa, el tiempo no se detiene, cada día somos un poco más viejos, así que debemos dedicarnos a crecer en sabiduría. 
Isaías profetizó que Jesús crecería en sabiduría, porque aprendería a escoger lo bueno y a desechar lo malo6. Sabiduría es elegir lo correcto.  No es solamente saber algo, sino hacer algo, lo bueno. Si sabemos que la grasa es dañina debemos desecharla, pero como es agradable al paladar, nos dejamos llevar por nuestros sentidos y escogemos lo malo, aunque nos hará daño. Tendemos a sustituir lo bueno por lo agradable o placentero. ¡Eso es necedad! Aprende a ser sabio y a escoger siempre lo bueno, lo santo y lo correcto.
Los tesoros de la sabiduría están en Jesús, el único por quien debemos dejarnos persuadir7. La necedad crece cuando nos negamos a hacer lo correcto, por el contrario, la sabiduría crece cuando sometemos nuestra voluntad y hacemos lo correcto. Preocúpate por adquirir sabiduría todos los días a través de la experiencia. Esa es la única forma de combatir la necedad. Antes de tomar una decisión, evalúa si te hará más necio o más sabio. Pídele al Señor que te ayude a crecer en Su sabiduría para afrontar la vida con buen juicio. Prométele que tomarás las decisiones que te hagan sabio porque anhelas ser Su discípulo amado y vivir disfrutando de Sus bendiciones.

 
1 Lucas 14:25-27: Jesús nos da la clave para ser Sus discípulos: Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo
 
2 Luca 14:28-32: Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.
 
3 En Lucas 14:33: Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
 
4 Hechos 6:3 aconseja: Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.
 
5 Lucas 2:40 dice sobre Jesús: Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Luego, Lucas 2:52 continúa diciendo: Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.
 
6 Isaías 7:14-15 nos explica que las experiencias adquiridas ayudan a adquirir sabiduría: Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.
 
7 Colosenses 2:3-4 dice sobre Jesús: en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.
 
Copyright © 2010 ESTUDIOS Y PREDICAS. All rights reserved.